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Castillo de Alcalá de Júcar sobre la villa y las rocas.

Alcalá del Júcar. Castillo

El río Júcar, que desde las alturas siempre verdes de la sierra de Cuenca, camina serpenteando entre roquedales y bosques en dirección al Mediterráneo, forma a su paso por la provincia de Albacete algunos hermosos paisajes, que en ocasiones se ven complementados con el detalle urbano de pequeños pueblos que adornan el contorno con sus construcciones. En ciertos momentos, a esos enclaves se añaden las imágenes de soberbios castillos elevados en las más altas rocas del contorno. Ese conjunto de circunstancias las reúne Alcalá del Júcar, que nos ofrece paisaje, pueblo y fortaleza en un cúmulo de belleza irrepetible.

Alcalá, que por su nombre alude directamente al hecho de tener su origen en el castillo que la corona, fue primeramente aldea del común de Jorquera, y se denominaba "Alcalá del río de Xorquera". fue repoblada por el infante Juan Manuel, en la primera mitad del siglo XIV. En 1364, Alcalá se eximió de Jorquera. Como la mayor parte de los territorios y castillos pertenecientes en su momento al incansable don Juan Manuel, Alcalá del Júcar pasó a pertenecer al marqués de Villena, don Juan Pacheco, y sabemos que aún después, ya en el siglo XVI, seguía ostentando el señorío de la fortaleza y de la villa el titular de dicho marque­sado, y duque de Escalona, quien ostentaba asimismo el derecho a nombrar alcaide.

Dice la leyenda que la fortaleza de Alcalá fue levanta­ da por un moro llamado Garaden, que habitaba en una de las cuevas de los contornos, al otro lado del río. Lo cierto es que aún hoy se ven, sobre una peña enfrentada a la que sustenta el castillo alcalaíno, restos de otra fortaleza, muy pequeña, a la que llaman "castillo de Garaden".

Existe una referencia documental al estado del castillo de Alcalá del Júcar en el siglo XVI. Concretamente en 1579, un informe enviado por Diego Velázquez, gobernador y justicia mayor del marquesado de Villena, a Felipe II, refiere ser "un castillo grande fundado sobre una peña muy alta, tajada, de más de 70 estados, y que junto al castillo en la dicha peña había un espacio de tierra con una plaza grande, donde antiguamente vivía el pueblo, no habiendo quedado a la sazón más que los cimientos y la iglesia". Añadía el informe que esta fortaleza tenía dentro una gran cisterna para recoger el agua de las lluvias, así como dos mazmorras y dos molinos de mano. Tenía también un puente levadizo para comunicarse con el exterior, y una mina tallada en la roca para coger agua del río.

Descripción

Se han encontrado restos árabes en el pueblo y en el interior del mismo castillo. Puesta en un paraje maravilloso, realmente inolvidable, la fortaleza de Alcalá del Júcar asienta sobre una gran peña, rodeada en su totalidad por el río que entre arboledas camina rumoroso a sus pies. Aun se aprecia, aunque muy derruido, su recinto externo, que muestra a trechos lienzos deteriorados, rematados en almenas en ciertos sitios, y restos de torres o cubos de refuerzo. En el interior, formando el recinto interno o castillo propiamente dicho, se alza una gran Torre del Homenaje que todavía bastante entera muestra airosos sus pare­ dones iluminados por anchas ventanas, y algunos torreoncillos adosados. Los restos informes de una antigua cisterna o algibe se ven en el centro del recinto.

Pero la ruina más completa luce en este castillo, hasta el punto que se hace difícil concretar una explicación en torno a la estructura primitiva de lo que fuera la fortaleza de Alcalá. A pesar de estar situado sobre estas ruinas, el viajero no podrá sacar otra conclusión que la belleza impresionante del paisaje en que asienta. En este sentido, el de Alcalá del Júcar es muy posiblemente el más bello de toda Castilla‑La Mancha, pues el entorno que el río hace a la roca, consigue un efecto subyugante en la distancia, y desde la altura de la fortaleza se ve también un paisaje espléndido.

Sugerencias para la visita

Dejando el automóvil en la parte más cómoda del pueblo, abajo, junto al río, se ha de subir, ‑a veces casi escalar‑ la villa, para desde su altura cruzar a la meseta rocosa en la que asientan las ruinas. Allí disfrutar de vistas panorámicas, y de la evocación que las piedras derrumbadas del castillo nos permiten hacer.


Los textos y fotos de este web site pertenecen a la obra Castillos y Fortalezas de Castilla-la Mancha. de Antonio Herrera Casado, editado por AACHE Ediciones. 2007. Colección "Tierra de Castilla-La Mancha", 1.
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