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El rey Fernando III de Castilla nació en este castillo de Bolaños de Calatrava

Bolaños de Calatrava. El alcázar real

Sobre la ancha llanura manchega, en un leve hondón que hace el arroyo Pellejero en su camino hacia el Guadiana, y en el corazón mismo del Campo de Calatrava, asienta la villa de Bola­ños, de antiquísimo origen según demuestran los hallazgos arqueo­ lógicos que en su torno se han producido. Estaba, eso es claro, situada en el trayecto principal de la vía romana o calzada que llevaba desde Mérida hasta Zaragoza. Incluso en el patio del castillo que ahora vemos, se encontraron restos de construcciones y elementos de la época romana, por lo que no es difícil remontar su primitiva construcción a aquella edad.

Si existió edificio fuerte en tiempos árabes, no lo sabemos. Lo cierto es que entra en posesión de los cristianos hacia 1147, cuando la primitiva conquista de Calatrava, perdiéndose luego por el empuje de los almorávides, y reconquistándose definitivamente en 1212, tras la batalla de Las Navas de Tolosa. Dice la tradición popular, que no ha podido ser confirmada documentalmente, que en esta fortaleza nació, hacia 1201, el que fuera rey unificador de Castilla y León, Fernando III. Lo cierto es que su madre doña Berenguela, hizo donación de Bolaños, donde residió algún tiempo, a la Orden de Calatrava, y su hijo, ya rey, confirmó esta entrega por documento fechado en 1229.

Más tarde, en 1245, Alfonso X confirmó todos los privilegios que Fernando III y doña Berenguela habían dado, entre los que se contaban diversas exenciones de tributos, pechos y pedi­dos. Ya en 1373, el rey Enrique II concedió el privilegio de exención de ciertos impuestos, como la moneda forera, a la villa de Bolaños y a otras de la Orden calatrava.

Solo en 1544 se creó la encomienda de Bolaños, en capítulo general de la Orden. Hasta entonces había poseído en el término todas las heredades importantes, y había sido no solo señora temporal, sino material, de su territorio. A partir de entonces, quedó en posesión de un par de huertos, y de los pro­ductos e impuestos conseguidos de las dehesas y sernas.

El castillo, que desde el siglo XVI había sido progre­sivamente abandonado, fue conociendo los estragos del tiempo, y abriendo en sus muros las brechas de la ruina. Solo en nuestro siglo, la Diputación Provincial de Ciudad Real llevó adelante un proyecto de restauración de esta fortaleza, que la ha devuelto la silueta primitiva y ha detenido el proceso de destrucción que inexorablemente le amenazaba.

Descripción

Presidiendo el pueblo, con su magna silueta castillera, la fortaleza calatrava de Bolaños ofrece una estructura simple pero evocadora en su antañona imagen. Es de planta muy uniforme, cuadrilátera, con altos murallones que rematan, al interior, por adarves almenados. En dos de sus ángulos se alzan sendas torres esquineras, de planta también cuadrada, siendo una de ellas la mayor, haciendo pues las veces de torre del homenaje, pudiendo accederse a ella, desde el interior del castillo, mediante una escalera de fábrica, moderna, aunque antiguamente solo era posible penetrar en ella a través de una puerta de arco de medio punto, desde el adarve. En este sentido, es la disposición clásica de los edificios militares medievales, que aseguraban por todos los medios la defensa progresiva de sus instalaciones. Las otras dos esquinas del castillo se refuerzan por machones o contrafuertes macizos.

En esa torre del homenaje, muy bien conservada y res­taurada, se abren en los diversos pisos que la conforman una serie de vanos, algunos en forma de hermosas ventanas ajimezadas. Su construcción es de firme sillería, y en el interior solo queda un enorme espacio vacío, recordando, por las huellas que de antiguas viguerías quedan en los muros, la disposición de estancias y construcciones de madera y mampuesto que debieron servir para caballerizas, albergue de tropa, etc.

Hoy es la brava silueta de la fortaleza de Bolaños, con los escasos elementos estructurales mencionados, lo que queda de un antiguo esplendor que, al igual que por el resto de la amplia provincia de Ciudad Real, dejaron los caballeros calatravos como prueba de su actividad y mecenazgo.

Sugerencias para la visita

Aunque habitualmente se encuentra cerrada la fortaleza de Bolaños, simplemente con dirigirse al Ayuntamiento de la localidad facilitan la llave y posibilidad de contemplarla por dentro, aunque también es necesario insistir en el escaso interés que este interior ofrece en cuanto a elementos artísticos o arquitectónicos de nota.

     

Los textos y fotos de este web site pertenecen a la obra Castillos y Fortalezas de Castilla-la Mancha. de Antonio Herrera Casado, editado por AACHE Ediciones. 2007. Colección "Tierra de Castilla-La Mancha", 1.
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