Ruinas de San Gil

Guadalajara fue una ciudad cuajada de templos mudéjares, entre los siglos XII y XV. Tanto como Toledo. La mayoría han desaparecido, o de ellos han quedado, como este de San Gil, levísimos restos.

 

AACHE Ediciones de Guadalajara

En la plaza del Concejo, al costado de un moderno edificio de servicios municipales, en el que se incluye ahora la Oficina de Turismo,  se encuentran todavía los últimos restos de la que fue iglesia de San Gil: se trata del muro externo del ábside, obra toda realizada en ladrillo decorado con arquerías ciegas de arco semicircular que se muestran en tres niveles, apoyando los pilares de unos sobre el medio punto del arco inferior, y una cornisa moldurada muy simple en lo alto.

Esta iglesia de San Gil fue lugar de reunión del Concejo abierto de la ciudad durante la Edad Media, y en su atrio se realizaban las elecciones y nombramientos de los cargos del Ayuntamiento. Fue siempre muy rica y bien dotada, provista de buenos altares e interesantes obras de arte. Su estructura de mampuesto y ladrillo se centraba al exterior en la puerta de ingreso, obra mudéjar de arco de herradura apuntado, con prolija decoración de radios concéntricos, al estilo de la puerta occidental de Santa María. En su interior destacaba la interesantísima capilla de los Orozco, cubierta de yeserías gótico‑mudéjares policromadas, hoy ya desaparecidas. Algún resto de la policromía primitiva de esa capilla ha podido ser rescatado.