Hilarión GUERRA y PRECIADO
Catedrático, profesor, gimnasta
(Ausejo, La Rioja, 1837 - Guadalajara, 1890)

Amparo Gutierrez del Olmo | Nueva Alcarria, 31 enero 2003

Hilarion Guerra y Preciado, profesorEl Ayuntamiento de Guadalajara ha dado nombre (en el año 2002) a una de las calles de la ciudad, en la zona de urbanizaciones junto al río Henares, de don Hilarión Guerra y Preciado, profesor que fue en el siglo XIX del Instituto de Enseñanza Media de Guadalajara. Riojano de nacimiento, Guerra y Preciado trabajó toda su vida por mejorar el nivel de enseñanza de la juventud de Guadalajara.
Este Profesor laureado, académico de la Real Academia de Ciencias Exactas, nació en 1837, en Ausejo, La Rioja, hijo del escribano de dicho lugar; donde, además de sus estudios primarios, aprendió latín con un dómine. En Logroño, hizo los estudios de segunda enseñanza y Humanidades. En la Universidad de Zaragoza de Filosofía. Posteriormente se trasladó a Madrid, estudiando en la Universidad Central, en las Facultades de Ciencias, Letras y Jurisprudencia:
ciencias exactas, griego y derecho, en varias ramas. Siempre con las mejores calificaciones y costeándose todos sus estudios dando clases en Colegios, y después, a los 19 años, creando una Academia de matemáticas para carreras especiales.
A los 25 años obtiene, con el nº 1 de la oposición, la cátedra del Instituto de Guadalajara, de la que tomó posesión el 22 de diciembre de 1862, como catedrático numerario de Matemáticas. En esta ciudad se casó con la arriacense Luciana Fernández de Ullivarri y Bartolomé de la Torre, hija del Administrador de Propiedades y Derechos del Estado en esta Provincia; en la que se dedicó por entero a la formación intelectual y física de la juventud, colaborando, al mismo tiempo, en la vida cultural y social de Guadalajara, hasta su fallecimiento en junio de 1890, en su casa de Santa Clara 14, hoy propiedad del Colegio de Arquitectos: "En la plenitud de la vida y dotado de un espíritu potente y luminoso al par que de una complexión robusta y atlética... ", fue "...muy sentida en Guadalajara porque el Sr. Guerra gozaba de generales simpatías... ". Son palabras del extenso artículo que le dedicó, en nombre del Claustro, uno de sus compañeros, publicado en "La Crónica", y de este periódico.
Debido a su gran inteligencia y preparación fuera de lo común, según consta en los legajos y prensa de su tiempo, este "profundo matemático", abarcó con igual éxito el campo de las letras, por las que sentía más preferencia, como el de las ciencias. Formando parte de una élite de extraordinarios profesores, pioneros de la Segunda Enseñanza en Guadalajara, que engrandecieron a este Instituto, entre ellos: su director, José Julio de la Fuente, H. Giner de los Ríos, Fernández Iparraguirre, o el profesor de dibujo, José María López-Merlo y Pascual, autor, entre otras obras que hay en nuestra ciudad, algunas en nuestro Ayuntamiento, del retablo del altar mayor del Santuario de Nuestra Señora, de la Antigua.
Afamado políglota, dominaba el latín y el griego, alemán, italiano y francés. Aparte de sus clases de matemáticas, al mismo tiempo, impartió de forma altruista, además de otro curso de matemáticas, de geografía, astronomía y francés, filosofía, filología y legislación. Socio honorario del Ateneo Escolar, en su Revista, 1878, se señala que en el Ateneo Caracense: "se ha establecido una cátedra de lengua italiana bajo la dirección de D. Hilarión Guerra"; y menciona, además, una de las varias conferencias con las que honró esa tribuna. Fue un brillante conferenciante. Igual lo fue su hijo Carlos, en sus estudios y en las diversas conferencias académicas que pronunció, mereciendo por ello Menciones Honoríficas y figurar en distintas ocasiones en el Cuadro de Honor del Instituto. Tan unido a su padre, que falleció pocos meses después de él, repentinamente, a los 20 años, cuando terminaba la carrera de Derecho.
Guerra y Preciado formó parte de Tribunales de oposición y de Jurados en Certámenes literarios. Recibiendo de todas las Instituciones que se lo solicitaron el agradecimiento por ello. Entre sus aportaciones a la cultura arriacense, destaca la elaboración, junto con el Director del Instituto, del "Informe sobre Reforma de la Enseñanza", (1881).
Pero su contribución más importante fue conseguir, con la colaboración y apoyo entusiasta del Director, que en el Instituto se implantase la "Cátedra de Gimnasia Higiénica" el 1º de octubre de 1883, cuando aún no era oficial en España, lo fue diez años después (1893); para que: "... pueda España, atrasada en ese ramo de la educación, entrar en las vías del verdadero progreso y Guadalajara ser de las primeras capitales en cuyo Instituto se ha logrado plantear una enseñanza dedicada a mejorar físicamente al Hombre ", (libro de actas de sesiones del Pleno de la Diputación Provincial de esas fechas).
Al año de impartir, por primera vez, esta nueva asignatura, "que tuvo gran éxito y un número elevado de alumnos ", Guerra fue nombrado por la Institución citada, en 1884, profesor de gimnasia de la Provincia. Ratificado después en el cargo por la Reina Regente. A su fallecimiento nadie le sustituye en esta plaza hasta tres años después, cuando se hace oficial.
Su pasión por esta disciplina llevó al "sabio riojano ", a ofrecerse "voluntaria y gratuitamente " a dar estas clases que impartió a diario, donando incluso material; y, después -de estudiar a autores suecos y belgas - "a crear un nuevo sistema de Gimnasia Higiénica, que mereció los elogios y recomendación de los médicos que lo presenciaron, y la atención de la prensa". "Habiendo llenado su cometido con la inteligencia y asiduidad que acostumbra usar en la enseñanza, por cuyo motivo merecieron ambos señores -Guerra y De La Fuente- que les diesen las más expresivas gracias la Excma. Diputación Provincial, el Rectorado y la Dirección General de Instrucción Pública ", legajos de esas fechas.
El agradecimiento que por toda esta labor ahora recibe, Guerra y Preciado, de este Ayuntamiento, del que formó parte de varias Juntas Municipales, honra también a nuestro alcalde y a toda la Corporación Municipal, por su sensibilidad, en unos tiempos en que olvidamos, con frecuencia, agradecer a los que nos han precedido, su contribución al progreso de nuestra ciudad.
Es justo reconocer, que lo conseguido con este logro, y otros no mencionados, se lo debo a uno de los nietos de Hilarión Guerra, Alberto Gutiérrez del Olmo y Guerra, mi padre. Gracias al interés y admiración que me inculcó desde pequeña por este querido personaje familiar, me ha permitido después, en las muchas horas robadas al tiempo, en todos estos años, empleadas, en ocasiones, en diversos Archivos, algunos Nacionales, la satisfacción de rescatar a esta figura del olvido en que estaba, para que pueda servir, de algún modo, para enriquecer nuestro patrimonio cultural y para los estudiosos del tema.
Tampoco puedo olvidar el apoyo que prestaron a mi petición las más de doscientas personas antes mencionadas; algunas de las cuales, como Obdulio Díaz Mora, no podrán disfrutar de ello.
Sí, entre otros, Rafael Sánchez Mariño y Javier Barbadillo, Archivero Municipal, a quien también agradezco la valiosa ayuda que, amablemente, me prestó en 1997 y 1998, facilitando mi labor en esta investigación y en otras. Y, por supuesto, mi agradecimiento a D. José María Bris, por haber honrado, con este reconocimiento, la memoria de un gran intelectual.

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