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Fray José de Sigüenza

Escritor. Historiador. Poeta. Teólogo.
Monje jerónimo.
Nació en Sigüenza (Guadalajara) en 1544,
y murió en El Escorial, en 1606.
Escribió la "Historia de la Orden de San Jerónimo"
y fue consejero aúlico de Felipe II dirigiendo la
ornamentación de las pinturas de El Escorial.

Fray José de Sigüenza: su vida y su obra
José Luis García de Paz | Universidad Autónoma de Madrid

El 22 de mayo de 2006 se cumple el cuarto centenario de la muerte de fray José de Sigüenza, fraile jerónimo natural de la mencionada localidad y que desarrolló una importante labor humanista. Dominó en vida varias lenguas, fue poeta, matemático, músico, teólogo e insigne historiador de la orden jerónima y de la fundación del monasterio de San Lorenzo de El Escorial, calificado como estilista de la lengua castellana.

Su nombre y fecha de nacimiento se desconocieron hasta que Gregorio de Andrés dejara clara su genealogía, parte por el testimonio que diera en su proceso inquisitorial y parte por el expediente de limpieza de sangre de su padre. Era hijo ilegítimo de Asensio Martínez, clérigo sochantre de la catedral de Sigüenza, y de la viuda Francisca de Espinosa, quienes también tuvieron otra hija llamada Matea de Espinosa. Como, evidentemente, no podía usar el apellido paterno, fray José se llamó inicialmente José de Espinosa.

Nace en Sigüenza en 1544. Aprende a leer a los diez años e intenta ingresar con doce en el monasterio jerónimo de El Parral (Segovia). Inicia sus estudios en 1561 en la facultad de Artes de la universidad de Sigüenza, haciéndose bachiller en 1563.

Con veinte años intenta embarcar en Valencia en la armada mandada por don Alvaro de Bazán, para socorrer Malta. Llega un día tras la partida de ésta y, además, contrae unas fuertes fiebres. Regresa a Sigüenza dónde estudió luego teología, aunque no parece que obtuviera ningún grado universitario superior, quizá por no poder costearse los exámenes. Deja la universidad para tomar el hábito en el monasterio de la Orden Jerónima de El Parral (Segovia) el 16 de junio de 1566 y profesar en 17 de junio de 1567. En ese momento, siguiendo la costumbre, cambió su nombre por José de Sigüenza.

La Orden Jerónima nació en la Alcarria, siendo su primer centro el monasterio de San Bartolomé de Lupiana. Fueron protegidos de los Mendoza alcarreños y habían logrado cierta predominancia en la Corte: Carlos V eligió un monasterio jerónimo para su retiro (Yuste) y Felipe II escogió a dicha orden española para proveer de frailes a su Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

Desde muy joven se distinguió José como predicador sabio y elocuente. El historiador francés Marcel Bataillon le describe como "un admirable prosista formado en el ejercicio de la predicación". Felipe II pondría la primera piedra del monasterio de El Escorial en 1563, y allí marcharon en septiembre de 1575 los primeros monjes estudiosos desde el Colegio jerónimo, inicialmente en Santa María de Párraces (Segovia), y entre ellos fray José. Comenzó su labor como predicador, abandonando El Escorial en 1577. Predicó en varios destinos (en Sigüenza entre 1580 y 1582), con diversos cargos en la orden, volviendo a El Escorial en 1587. Felipe II le admiró como predicador, habiendo hecho el sermón de inauguración del Monasterio en 1586. El rey consiguió que en 1590 quedara definitivamente como miembro de la comunidad jerónima de El Escorial.

El rey reunió en la Biblioteca del monasterio todo el saber, tanto en el campo de las Ciencias como de las Letras. Para catalogar los aproximadamente diez mil volúmenes que tendría la biblioteca en vida del rey, encargó esa labor al modesto y sabio Benito Arias Montano, ayudado por fray Juan de San Jerónimo y fray José de Sigüenza. Fray José sucedió a Arias Montano como catalogador de los libros de la Biblioteca y fue el primer Bibliotecario de la misma. La Sala de la Biblioteca estuvo preparada en 1593 y Sigüenza colocó en la Sala Principal los impresos y en una sala lateral los manuscritos, ocupando casi toda la fachada del Patio de los Reyes que mira al Norte. En las filas altas de la estantería de nogal colocó los libros prohibidos (provenientes de la Inquisición) y los duplicados, por su menor uso.

Asimismo, fray José inventó la temática y las alegorías de los frescos del techo de la bóveda de la Biblioteca (la cual tiene 54 metros de largo) y que realizaría el italiano Peregrín Tibaldi ayudado por algunos discípulos. Hizo representar las siete materias objeto de estudio en las universidades de entonces y que también se estudiaban en el seminario que los jerónimos tenían en el Monasterio: Filosofía y Teología en los dos testeros, y en la bóveda las siete artes liberales: Gramática, Dialéctica, Retórica, Música (tan apreciada por los jerónimos), Aritmética, Geometría y Astronomía. Su amplio saber incluía "todo género de letras, dominó varias lenguas, fue poeta, matemático, músico ... e insigne historiador".

Influido por el contacto con Arias Montano, fray José reemplazó en 1589 el modo de predicar que hasta entonces tenía por un mayor seguimiento del texto de los Evangelios con afán de edificar las almas, frente a las florituras y alusiones a temas paganos o del Antiguo Testamento de muchos otros predicadores como el prior del propio Monasterio de San Lorenzo. Envidiado por el fervor que sus nuevos sermones obtenían de Felipe II y por el nombramiento como Bibliotecario, los visitadores de la orden obtienen numerosos testimonios hostiles a Sigüenza en abril de 1592. Su actitud de oponer la predicación del "Evangelio desnudo" frente a los sermones esmaltados de "fábulas y poesías" (siguiendo a su admirado maestro Arias Montano) le hace sospechoso de la Inquisición.

Informado, Fray José de presenta el 3 de abril de 1592 ante el Tribunal de Toledo voluntariamente solicitando personalmente el juicio. Es encarcelado en el Monasterio de la Sisla, pero se le trató con cierto miramiento, quizá tanto por gozar del favor del Rey, que le admiraba, como por presentarse voluntariamente al tribunal. Su proceso acaba el 22 de octubre con un perdón unánime, confirmado el 25 de julio de 1593. El proceso y la cárcel sufrida agriarían su carácter, lo que se acrecentó al tener que convivir en el monasterio con algunos de los envidiosos que le habían acusado, como fray Diego de Yepes y fray Cristóbal de Zafra. Se le achaca de ser demasiado seco, de sobrepasar los límites en su forma de hablar demasiado franca y directa.

Es rector del Colegio de El Escorial de 1594 a 1597 y, de nuevo, de 1600 a 1603. En 1603 es prior del monasterio de San Lorenzo de El Escorial y es reelegido en 1606, hasta su muerte. Fue asimismo Cronista Oficial de su Orden.

En vida dejó publicadas una "Vida de San Gerónimo, Doctor de la Santa Iglesia" (1595) y la "Historia de la Orden de San Jerónimo" (desde 1600 a 1605). Hagamos notar que la ortografía no estaba aún fijada y nos encontramos la misma palabra escrita con G o con J. Su "Historia", incluye la primera crónica escrita sobre el Monasterio de El Escorial, de la cual "han bebido" todos los autores posteriores, afirmando Federico Carlos Sainz de Robles que "es la que trajo las gallinas" que siguen poniendo huevos para alimento de eruditos, ensayistas y poetas posteriores.

Yo destacaría en su crónica sobre El Escorial cómo describe los bosques y arbolados entonces existentes en la provincia de Madrid, y cómo cuenta la vida de los obreros, que dejaban el trabajo en noviembre y volvían en abril invadiendo la entonces pequeña aldea de El Escorial de Abajo y, entre cenizas de carboneo y escoria (de ahí quizá el nombre de Escorial), se metían en casas miserables con una puerta por sola abertura por la que entraba la luz, salía el humo y transitaban hombres y animales. Los obreros talaban los bosques, creando el claro, hacían desmontes, desraizaban zarzas, edificaban fraguas y casamatas, y comenzaban la colosal obra. Respecto al lugar dice que "era el mejor que en el contorno de la comarca de Madrid se podía hallar". Cuenta también cómo desde la idea inicial de un convento de unos 50 frailes, una residencia anexa para el Rey, para la familia real y una parte de la corte, y una iglesia entremedio, se pasó a la grandiosa obra final.

Escribe asimismo sobre los proyectos pensados y ejecutados, así como sobre los artistas y las obras escogidas para adornar el monasterio. Admira a El Bosco, diciendo que presentaba "una sátira pintada de los pecados del hombre", pero no muestra tanta admiración por El Greco (postergado por desgracia por Felipe II) aunque dice "en eso hay muchas opiniones y gustos, aunque dicen que es de mucho arte y que su autor sabe mucho y se ve en cosas excelentes de su mano".

Dejó sin publicar una inconclusa "Historia del Rey de los Reyes" (llega sólo hasta la adoración de los pastores al Niño Jesús) que no sería editada hasta 1916. Es probable que esta obra, en la que según Bataillón lleva en alto la "antorcha del biblismo" por el que fuera procesado, fuera dirigida más a sus discípulos y amigos que al gran público, pues incluye una crítica a la religión puramente ceremonial y a la escolástica.

Fue admirado por Juan Catalina García, Menéndez Pelayo le considera uno de los más grandes estilistas después de Juan de Valdés y Cervantes, y Marcel Bataillon dice que en su relato campean "una unción y una naturalidad" exquisitas. Sigüenza escribió: "la Verdad ama mucho la claridad y la desnudez, y la que no es así no es verdad". Su atrevimiento a la hora de plantear ciertas diferencias con la doctrina en la Iglesia de la época le hizo ser acusado ante la Inquisición, como antes indicamos, logrando finalmente ser absuelto. Fue un disidente con la ortodoxia reinante, y en su proceso ante la Inquisición muestra su carácter "progresista", lo que le valió algunas calumnias en su tiempo a pesar de su ética intachable.

Su retrato de 1602, en actitud de escribir, fue atribuido a Alonso Sánchez Coello, retratista de la Corte de Felipe II. Ahora se sabe que lo realizó Bartolomé Carducho. Está situado en la Biblioteca de El Escorial junto al de Benito Arias Montano y Fray Juan de San Jerónimo. Bien merece su labor esta posición de privilegio, así como nuestro recuerdo en el cuarto centenario de su fallecimiento.

Bibliografía:

- Enciclopedias Ilustradas de las editoriales Espasa-Calpe y Larousse .
- Mencionado en todas la biografías recientemente publicadas sobre Felipe II (como las de Kamen, Fernández Alvarez, etc.).
- Juan Catalina García López: "Elogio de Fray José de Sigüenza", Madrid, 1907.
-"Studia Hieronimiana". Madrid, 1975. Además de varios artículos específicos, aparece repetidamente en los dos tomos.
- Federico Carlos Sainz de Robles "Crónica y Guía de la Provincia de Madrid". Espasa-Calpe, Madrid, 1966.
- Gregorio de Andrés "Proceso Inquisitorial del Padre Sigüenza". Madrid, 1975.
- Gregorio de Andrés "Nuevos datos sobre la genealogía del padre Sigüenza", en La Inquisición Española, Nueva visión, nuevos horizontes, pag 821-829. Madrid, 1980.
- Juan José Asenjo Pelegrina "Notas para el estudio de la vida y obra de fray José de Sigüenza", en Wad-al-Hayara, vol 6, pag 127-138, 1979.
- L. Rubio González "Valores literarios del padre Sigüenza". Valladolid, 1976.
- Marcel Bataillon: "Erasmo y España". Fondo de Cultura Económica, México, 1989.
-"Homenaje al P. Fray José de Sigüenza en el IV centenario de su muerte". Volumen CCXIX, num 1 de la revista agustiniana "La Cuidad de Dios". El Escorial, 2006. Está dedicado por entero al padre. Varios autores.
 

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