La obra de Garcia Marquina que posibilita conocer el viaje de Cela por la Alcarria 

Salvador TOQUERO CORTÉS
Horche (Guadalajar), 1926 - Guadalajara, 2007.

Escritor, periodista, dramaturgo.

Salvador Toquero Cortés 
Nació en Horche (Guadalajara), 1926. Murió en Guadalajara, 2007
Licenciado en Derecho, Maestro Nacional de Primera Enseñanza, Periodista, Técnico de Radiodifusión (Programación). Director del semanario «Flores y Abejas» ‑El Decano, desde enero de 1960 a septiembre de 1997. Corresponsal en Guadalajara de la Agencia Logos, Diario YA, Europa Press y Radio Nacional de España. Columnista del periódico "La Nación". Premio Nacional de Teatro Universitario. Galardonado en cinco ocasiones con el premio de Periodismo «José de Juan-García», de la Diputación Provincial de Guadalajara. Editorialista de la Revista Taurina «Tendido 1». Coautor del libro «Buscando a Cela en la Alcarria».

En febrero 2000 ha publicado su segundo libro, El calor de una huella, una magnífica visión retrospectiva de la Guadalajara de la inmediata postguerra, vista a través del historiar de una institución que vivió en esos años, desde septiembre de 1940 a 1948. Aparecen en este libro los datos exactos de la fundación, crecimiento y final traslado a Toledo de la Academia de Infantería, el vivero de militares que hizo de la ciudad del Henares un lugar con personalidad propia. En este libro aparecen muchos de aquellos que vivieron su juventud en las rígidas aulas que se conformaron en el actual colegio de Adoratrices, antigua Fundación San Diego de la Condesa de la Vega del Pozo. Una mirada evocadora, nostálgica y vívida de una época histórica de Guadalajara.

En junio de 2003 ha presentado su tercer libro, Alcaldes de Guadalajara, un detenido estudio de todos cuantos, desde 1812, han ejercido el cargo de alcalde en la ciudad del Henares. Datos y fechas que conforman una verdadera historia del municipio y de la ciudad a lo largo de casi dos siglos. En tamaño grande, y editado por "El Decano" con el patrocinio del Ayuntamiento de Guadalajara, es una obra valiosísima para conocer Guadalajara.

Tras su muerte, ha sido publicada su novela póstuma, "La luz de una herida", que trata del mundo de los toros en el ambiente rural de Guadalajara, con los maletillas, los toreros de pueblo, ganaderos, aficionados, fiestas y encierros como protagonistas, al hilo de una consistente y emocionante historia.

UNA FRANCESA EN EL ENCIERRO DE BRIHUEGA

Salvador Toquero Cortés / El Decano 
Nathalie es rubia, espigada, flexible. Yo pienso que bordea los treinta. Luce una camiseta de esas que, a propósito, dejan ver el ombligo.Se ajusta un pantalón vaquero y calza deportivas blancas. Recoge su larga melena con un rodete de goma que hace posible una graciosa cola de caballo.
Nathalie es francesa. Licenciada en Filología, regenta la biblioteca pública de una ciudad de los Bajos Pirineos. Ha leído y oído mucho sobre la fiesta de los toros en España -no siempre bueno ni acertado- y quiere conocerla en vivo y en su versión rural. Brihuega suena en la taurina referencia general y en el acerbo profesional de Manolo, el amigo común que ejerce un periodismo andariego por los alrededores de Madrid, en busca de esa noticia de segundo escalón en cualquier valoración de urgencia, pero que bien tratada, tiene cabida en la especial estructura de un periódico de verano.
- Está escribiendo un libro sobre el costumbrismo en España y no quiere dejar en blanco esto de los toros en los pueblos. Yo sé -me dice Manolo- que tú has escrito mucho sobre el encierro de Brihuega y que podrías acompañarla en este viqje relámpago. Es buena aficionada cionada a la fotografia y habla perfectamente el castellano. Ha venido algunos veranos a Santander, a la Universidad de "Las Llamas'
Nathalie llegaba a Brihuega a media mañana del pasado día 16. fecha tradicional del encierro. Había seguido mis instrucciones previas para una arriba, una identificación v un encuentro fácil.
Convenientemente aparcado su confortable utilitario, hemos callejeado entre gallardetes de papel, ruido de petardos en la chiquillería y un tentador olor a churros. En su cámara, manejada con peculiar destreza, viven ya la Puerta de la Cadena y el Arco de Cozagón; Santa María y San Felipe; los muros devorados por la hiedra del Castillo de la Piedra Bermeja y el acicalamiento de los Jardines de la Real Fábrica de Paños. Y un plano profundo de la calle de las Armas, con sus viejos casones con escudos de apellidos famosos. Y la fachada de las Cuevas Arabes de Marión. Y la fuente de los doce caños. Y el parque de María Cristina, con la exuberante arboladura de los álamos.
En "El Tolmo", a la hora de comer, nos hacen un hueco de amigos. Es día de total y anticipada ocupación y de prisas. Y de poca exigencia. Cordero asado y ensalada. Mientras llega, unos tacos de queso bien curado y un tinto ribereño del Duero.
- El café, si te parece, en la Alameda, para que veas el ambiente previo ala bájalo de las peas, antes del encierro, que es algo que no tiene parangón en la provincia.

UNA MANIFESTACION MUY PECULIAR

La peculiar manifestación nos encuentra en la puerta de "Los Guerrilleros", cerrada por natural precaución, pero con servicio a través de una amplia ventana.
Nathalie ha preferido para sus fotografías el mecanotubo de una compuerta al balcón que nos ofrecía un amigo.
Un mar de pantalones, faldas y camisas blancas, rematadas por pañuelos y fajas de colores, viene oscilando bajo un bosque de garrotes en alto, al compás marchoso de "Sangre torera", legado musical del inolvidable maestro Cabezudo, que dirigió años ha esta misma banda.
- ¿Dónde van?
-Suelen llegar hasta la Plaza Mayor y retornan o se acomodan antes de que suelten los toros.

El reventar de los cohetes en el cielo azul de la tarde, anunciadores de la suelta del ganado, nos coge en ese graderío natural que se extiende, rebasada la última casa, frente a la piscina, con unas posibilidades envidiables para la fotografía. No han transcurrido cinco minutos cuando un tropel de tres toros, cuatro mansos, dos vaqueros y varios aficionados a caballo, patean el asfalto de la carretera que conduce a Villaviciosa.
Planteo a Nathalie la opción de sumarnos al nutrido grupo que venía detrás de los toros y que busca los extramuros empinados, antes de coronar el llano, y accede de buen grado. La baraja de reses, como casi siempre, se ha partido. Sólo un toro, despreciando el horizonte de la huida, ha preferido el secarral de unas parcelas sin cultivo, aldeas al último chalet, en las que el espino y la aliaga, el abrojo y el cardo de un campo agostado rivalizan en hacer penoso el paso y la carrera. Tras el amago de algunas embestidas, opta por la marcha lenta, invariable, hacia el hondón que rompe el horizonte por el que huyó el resto del encierro.
Nathalie ha tenido ocasión de fotografiar al toro a prudente distancia. El objetivo de su cámara le permite cualquier deseable acercamiento. Más cerca y más fácil ha sido la fotograba de "El Ruso", que agota existencias en su furgoneta todo terreno. O del corredor aupado a un olivo enano, tablas de salvación de emergencia para la cometida de la res. O del vaquero que ha vuelto del llano, sudoroso el caballo, descansada la pica en el suelo, y que no hace ascos a la cerveza de una nevera portátil que se la brinda desde el coche de un amigo.
Con el primer guiño del atardecer desandamos camino, en busca de la silla de cualquier terraza y de alguna bebida refrescante.
En conversación distendida explico a Nathalie que la antigüedad del espectáculo de Brihuega se remonta ya a algunos siglos y que ha sobrevivido a una normativa general que ha ido acentuando su exigencia, en favor del buen trato a las reses y de la seguridad de los participantes.
- Lo que has visto, en realidad, es la primera parte: la suelta de los toros y su huida al c#mpo. La segunda consiste en recogerlos y conducirlos otra vez a la plaza, evento que puede producirse en cualquier momento de la tarde o de la noche, con el correspondiente regocijo o susto del persona.

AMBIENTE, COLORIDO

A Nathalie, en especial, le ha gustado el ambiente, el colorido, la sana alegría de la gente. No imaginaba que ver correr a tres toros pudiera concitar tanto coche v tanto público. Entre lo leído o escuchado en Francia y esto de Brihuega hay una notable diferencia.
Con los primeros zarpazos de la noche retornamos al utilitario. En el asiento trasero, una variada muestra de la dulcería briocense, adquirida en un establecimiento con doble fila de clientes, ante un mostrador corrido de cristal.
- Gracias por todo. Ha sido una experiencia inolvidable.
- Ha sido un placer. Da recuerdos a Manolo.

Cuando Nathalie enfila la salida, una interminable hilera de luces la precede en la carretera encuestada.
En la Alameda se mezclan el olor a churros y a grasa de parrillas, mientras un par de bombillas hacen equilibrio sobre la oferta de un puesto de almendras.

(Premio José de Juan-García de Periodismo de Guadalajara)

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aache@telefonica.net - diciembre 23, 2009