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Princesa de ÉBOLI
Aristócrata.
Nació en Cifuentes
(Guadalajara) en 1540,
y murió en Pastrana
(Guadalajara) en 1592.
Ana de Mendoza y la Cerda
(1540-1592), era hija única de Diego de Mendoza, Príncipe de Mélito y nieto
del Gran Cardenal Mendoza. Diego se casó en 1538 con Catalina de Silva, hermana del
entonces Conde de Cifuentes. Ana nació en Cifuentes y murió en Pastrana, por lo que
puede considerarse propiamente como alcarreña. Más
datos.
Por su educación tuvo un caracter dominante y altivo. Pero también voluble,
rebelde y apasionado, como el de los antiguos Mendozas. No hay noticias destacadas de su
infancia, salvo la leyenda referente a la pérdida de un ojo por causa de una caida o de
la esgrima. Pero este dato no es claro, quizá no fuera tuerta sino bizca. Ciertamente
alabaron su belleza, a pesar del parche que la adornaba. El caso es que cuando su boda se
la describe como que la novia era "bonita aunque chiquita". Su educación fue
nuy influida por las peleas y separaciones entre sus padres, en gran parte debidas al
caracter mujeriego de Diego. Ana tomaría partido por su madre.
Esta rica heredera fue casada muy joven en 1552 con Rui Gómes de Silva
(1516-1573), noble segundón portugués mucho mayor que ella. Rui había venido a Castilla
acompañando a Isabel, futura esposa de Carlos V, y entró al servicio del futuro Felipe
II ganándose su amistad, por lo que fue favorecido económica y políticamente siendo,
entre otros cargos, Secretario y hombre de confianza de Felipe II. Al servicio de Rui
entraría el aragonés Antonio Pérez.
Con el favor de Felipe II, Rui entroncó por matrimonio con los poderosos Mendoza.
Como la novia era muy jóven, y la familia Mendoza muy poderosa, la novia permanecería
unos años en casa de sus padres hasta la consumación del matrimonio. Desde la boda, el
padre de Ana les cedió el título Condes de Mélito, permaneciendo él como Duque de
Francavilla. Ana acompaña a su madre en 1557 a la Corte que en Valladolid tiene la
princesa Regente Juana, y allí se producen nuevos escándalos entre su madre y su padre,
el cual tuvo una hija ilegítima (que llamó María de Mendoza) y otra nueva amante
después. Ello durante el primer embarazo de Ana, que no hacía mas que padecer y llorar,
aunque se dijo de ella "que tiene mas seso que todos ellos".
El matrimonio no se consumó hasta 1557. Ana y Rui vivieron definitivamente juntos
desde la vuelta de éste en 1559 y tuvieron seis hijos vivos en los trece años de
matrimonio. Rui, aunque tuvo algunos pleitos con su suegro, había logrado entretanto que
éste fuera nombrado miembro y Presidente del Consejo de Italia en 1558 y virrey. Los
puestos parece que se eligieron principalmente con el objetivo de alejar lo más posible a
Diego de su hija y yerno, incluso con el riesgo de provocar una revuelta entre sus
gobernados por su caracter.
En su intento, truncado por la muerte, de lograr un poderoso mayorazgo para sus
hijos, Rui compró a su suegro Éboli en el reino de Nápoles. Felipe II le nombró
Príncipe de Éboli en 1559. Luego compró las villas de Estremera y Valderacete, siendo
nombrado Duque de Estremera, y para finalizar compró la villa de Pastrana (1569) siendo
nombrado en 1572 por Felipe II Duque de Pastrana con Grandeza de España. Por tanto
Ana fue la primera Princesa de Éboli y la primera Duquesa de Pastrana. Rui gastó en las
compras el equivalente a cuatro años de la renta anual del Duque del Infantado!
En los cuatro años que restaron desde la compra de Pastrana hasta su muerte,
mejoró y amplió los cultivos en Pastrana, trajo a moriscos que iniciaron allí una
floreciente industria, logró una feria anual con privilegios especiales y fundó, con su
esposa, la Iglesia Colegial de Pastrana y favoreció la fundación por Santa Teresa de
Jesús de dos conventos Carmelitas en Pastrana en 1569.
Durante el periodo de su matrimonio la vida de Ana fue estable y no se le conocen
andanzas ni problemas. Rui la trato tanto como un padre (por la diferencia de edad) como
marido, dando estabilidad a esta parte de su vida hasta su repentina muerte. A partir de
entonces, su caracter, los problemas de la infancia ya contados y la falta de la única
persona que le había dado estabilidad en la vida hicieron que Ana tuviera una existencia
problemática. Aunque el primer hijo muriera de niño, su hija mayor Ana casaría con el
hijo del poderoso Duque de Medina-Sidonia, el siguente Rodrigo heredaría el Ducado de
Pastrana, otro hijo Diego sería Duque de Francavilla, virrey de Portugal y Marqués de
Allenquer. A su hijo Fernando, ante la posibilidad de llegar a Cardenal, le hicieron
entrar en religión pero éste escogió ser franciscano cambiando su bombre a Fray Pedro
González de Mendoza (como su tatarabuelo el Gran Cardenal) y llegaría a ser Arzobispo.
Muerto su marido en 1573, se instaló la desconsolada Princesa en el convento que
había fundado Santa Teresa en Pastrana tras llamarla para ello la propia princesa
("la princesa monja, la casa doy por deshecha!", dijo la abadesa) logrando que
las carmelitas huyeran de allí trasladandose el convento a Segovia en 1574. Ana mantuvo
en el convento una vida rodeada de sirvientas que atendian sus gustos, poco acorde pues
con el caracter riguroso que había impuesto Santa Teresa. Ana no fue buena administradora
del patrimonio de sus hijos menores de edad.
Para complicar las cosas, en su afán por lograr un heredero varón (o por
perjudicar a su hija, no está claro), tras morir su mujer Catalina en 1576, Diego se
casó enseguida con Magdalena de Aragón, hija del Duque de Segorbe. Murió en 1578
dejando a su mujer embarazada, para susto de su hija Ana (viuda por aquel entonces), quien
no perdió la herencia pues Magdalena tuvo una hija que murió a poco de nacer.
Lógicamente todo esto afectaría al equilibrio emocional de Ana.
Volvió a la Corte madrileña por ello e intentó ascender rápido intentando
preservar su herencia paterna e intereses. Tuvo gran habilidad en la intriga, heredada de
su madre y de los Mendoza. Gran enemiga del partido de la Casa de Alba (el partido opuesto
al antaño liderado por su marido y ahora dirigido por Antonio Pérez, nuevo Secretario de
Felipe II), la leyenda dice que fue la supuesta amante de Felipe II (lo que niegan
Marañón y otros autores) y de su Secretario Antonio Pérez a la vez. De Antonio parece
ser que sí lo fuera. Antonio era seis años mayor que ella y no se sabe realmente si lo
suyo fue simplemente una cuestion de amor, de política o de búsqueda de un apoyo que le
faltaba desde que muriera su marido.
La leyenda (pues cierto no fue) de sus amores con Felipe II ha sido muy usada en la
literatura y, por supuesto, en la "leyenda negra". Lo que sí fue cierto era que
Escobedo había descubierto sus amores con Antonio, logrando que Ana odiara por ello a
Escobedo. La posible denuncia debida a la lealtad de Escobedo al marido muerto seguramente
enfurecería por el escándalo al riguroso Felipe II. Parece probable también una intriga
compleja de Ana y Antonio acerca de la sucesión al trono vacante de Portugal y contra D.
Juan de Austria en su intento de casarse con María Estuardo. El caso es que junto con
Antonio, Ana instigó el asesinato de Juán de Escobedo (secretario de D. Juán de
Austria) en 1578, logrando la aquiescencia del Rey al convencerle de unas supuestas
intrigas de Escobedo.
Felipe II conoció los manejos políticos de Antonio Pérez y, con paciencia, fue
preparando su caida. Finalmente Ana fue arrestada con Antonio en 1579, desterrada por
Felipe II a Pinto, Santorcaz y luego a Pastrana en 1581, donde morirá atendida por su
hija menor Ana de Silva (llamada Ana como la hija mayor de la Princesa, se haría monja
luego) y tres criadas. En 1582 Felipe II despoja a Ana de la custodia de sus hijos y de la
administración de sus bienes. Es curioso que mientras la actitud de Felipe hacia Ana
podría tildarse de cruel, siempre protegió y cuidó de los hijos de ésta y su antiguo
amigo Rui. Felipe II nombró un administrador de sus bienes y más adelante llevaría las
cuentas su hijo Fray Pedro ante la ausencia de sus hermanos.
Tras la fuga de Antonio Pérez a Aragón en 1590, Felipe II mandó poner rejas en
puestas y ventanas del palacio Ducal de Pastrana. La Princesa de asomaba una sola hora al
día por la reja que daba a la Plaza, que se llama desde entonces Plaza de la Hora. No
está tampoco muy claro el porqué de la mencionada actitud cruel de Felipe II para con
Ana, quien en sus cartas llamaba "primo" al monarca y le pidiera en uno de ellos
"que le protegiera como caballero". Felipe II se referiría a ella como "la
hembra". Ana y Rui están enterrados en juntos en la Colegiata de Pastrana.
Ana favoreció en la herencia a su segundo hijo Diego frente al primogénito
Rodrigo. La leyenda negra decía que el segundo Duque de Pastrana, era hijo de Felipe II
(algo difícil pues cuando su concepción la madre estaba de postparto, y por tanto en
casa, y el Rey Felipe II de luna de miel con la Reina Isabel de Valois, de la que estaba
enamorado).
La Princesa de Éboli ha logrado captar el interés de españoles y extranjeros,
pero aunque sobran las novelas y abundan los artículos históricos sobre la misma, se
echa de menos una biografía actualizada sobre la misma pues la de Gaspar Muro data del
siglo XIX.
Una página más completa
sobre La Princesa de Eboli.
Autor del texto:
J.L.García
de Paz, Versión de 28 de Diciembre de
1999.
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- enero 04, 2014 |
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